sábado, 20 de enero de 2024

MAESTRAS

    Bajo este maravilloso título de MAESTRAS el museo Thyssen Bornemisza realiza una exposición temporal durante unos meses.

¡Cuánto me hubiera gustado haber podido visitarla mientras llevaba a cabo este proyecto!

¡Cuánto hubieran aportado estas mujeres al mismo y cuánto las habríamos disfrutado!

   A algunas de ellas las nombramos y las conocimos pero a otras no, algunas por falta de detenimiento en cada época y a muchas por puro desconocimiento de esta profe que ahora se siente profundamente agradecida de haberlas encontrado.

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    La exposición presenta bajo un enfoque feminista un recorrido desde finales del siglo XVI a las primeras décadas del siglo XX, a través de ocho escenas relevantes en el camino de las mujeres hacia su emancipación. Partiendo de la noción actual de sororidad, La conjunción de periodos históricos, géneros artísticos y temas es el eje principal sobre el que se vertebra la exposición, evidenciando cómo estas artistas abordaron cuestiones candentes en su época, tomaron posición y aportaron nuevas iconografías y miradas alternativas.

   Artemisia Gentileschi, Angelica Kauffmann, Clara Peeters, Rosa Bonheur, Mary Cassatt, Berthe Morisot, María Blanchard, Natalia Goncharova, Sonia Delaunay o Maruja Mallo fueron artistas célebres en su tiempo que hoy vuelven a ser reconocidas como maestras, en contestación al borrado en la historia del arte que sufrieron junto a otras que rompieron moldes con obras de indudable excelencia.

   Durante el S XVII los encargos a muchos artistas consistían en obras que reflejaban figuras mitológicas, heroínas bíblicas, personajes históricos como Judit, Jael, Susana, Porcia... En la mayoría de las obras, realizadas por hombres se degrada a estas heroínas en historias tergiversadas y pinturas eróticas ofensivas. Lavinia Fontana y Fede Galizia, Artemisia Gentileschi y Elisabetta Sirani conforman tres generaciones de artistas que triunfan con sus versiones castas e inauguran así una tradición alternativa.

   A continuación podemos ver dos ejemplos de Artemisa Gentileschi:

   En 1610, con sólo 17 años, la artista ya había pintado por ejemplo a "Susana y los viejos", un cuadro que se basa en el relato bíblico de la casta Susana, quien se estaba dando tranquilamente un baño cuando dos viejos le propusieron relaciones sexuales.

Ella los rechazó y estos, en venganza, la denunciaron por adulterio. La iban a lapidar cuando el profeta Daniel descubrió el engaño y evitó la injusticia.

   Aunque la mayoría de los lienzos que en la época recogían este tema mostraban a Susana como una mujer frívola y coqueta que flirteaba abiertamente con los viejos, Artemisia optó por pintarla como una joven vulnerable, asustada, que rechazaba a esos dos hombres amenazantes.

Todo eso, un año antes de que la violaran. Después de ser agredida sexualmente por Tassi, su visión en clave femenina aún se agudizó más.


   Esta obra
 es Porcia hiriéndose en el muslo, donde Elisabetta Sirani representa a la hija de Catón y esposa de Bruto, uno de los asesinos de Julio César. Porcia se sentía ninguneada por su marido, que no le contaba nada de la conspiración y para demostrar que era tan fuerte como un hombre, se cortó el muslo para demostrar podía mantener el secreto incluso bajo tortura. Bruto, al ver la herida en el muslo, no volvió a ocultarle nada a Porcia y le contó con pelos y señales todo en complot.

Al fondo, unas mujeres trabajan en «sus labores», pero en primer plano Porcia, estoica y sin un gramo de erotismo aguanta el dolor con el cuchillo en mano, como Sirani aguantaba el pincel. Está claro que Elisabetta Sirani quería demostrar con este cuadro una cosa: que las pintoras son tan válidas como los pintores.

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   Durante la época racionalista, cuando se produce la escisión del hombre y la naturaleza tras la revolución científica y el inicio del colonialismo, comienza un periodo de esplendor artístico para las pioneras del bodegón y de la ilustración botánica, quienes fueron apoyadas por mecenas mujeres; precisamente en el momento en que empezaron a ser expulsadas del conocimiento ancestral de las plantas y sus beneficios, cuando se persigue a las denominadas brujas.


   Son pintoras e ilustradoras formadas junto a científicos que empiezan a utilizar el microscopio, e interesadas por la entomología, como Fede Galizia y Giovanna Garzoni en Italia, las hermanas Rachel y Anna Ruysch en Holanda  junto a Maria Moninckx, Maria Sibylla Merian  para quienes la vida ejerce poder de fascinación a cualquier escala y la representan de manera holística, como un ecosistema donde habitan mariposas, moscas y otras pequeñas criaturas, refutando el simbolismo religioso de la naturaleza muerta como vanitas.

María Sibylla Merian fue conocida como la científica artista

Bodegón de Giovanna Garzoni

Bodegón de Fede Galizia


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   La Ilustración es el tiempo del despertar de las mujeres como ciudadanas en la historia feminista. Ya antes de la caída del absolutismo en Francia, reinas y nobles respaldan a las artistas, erigiéndolas como académicas.

Pintoras como Élisabeth Vigée-Le Brun, Adélaïde Labille-Guiard, Angelica Kauffmann, y escultoras como Marie-Anne Collot y Anne Seymour Damer, destacan en el género del retrato, expresión de la afirmación del sujeto y de la individualidad en el origen de la Modernidad.

Todas representan a mujeres cultas que buscan su identidad en escenarios teatralizados.

Angelica Kauffmann se autorretrató así representando a Minerva

Retrato escultórico de Anne Seymour Damer

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   En pleno periodo colonial, las artistas emprenden viajes y observan con respeto a los no occidentales, en oposición a la sexualización degradante de sus modelos por parte de sus colegas masculinos orientalistas.

   De camino al norte de África, la cultura española ejerce especial fascinación por su exotismo. A partir de las escenas del paso de los Pirineos realizadas por Rosa Bonheur, pastores, gitanas y campesinos habituales en la pintura costumbrista española serán reinterpretados en clave orientalista en París.

Pero a diferencia de los hombres, pintoras como Henriette Browne, increíble en sus detalles y su perfección al pintar y Alejandrina Gessler pueden entrar en los harenes, deshaciendo los tópicos eróticos asentados en los salones parisinos.

Henriette Browne pintó la realidad de un harén


O de la labor de las monjas de un convento.


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   Frente al icono de la campesina o la planchadora solitaria de los pintores, durante el siglo XIX las artistas representan grupos de mujeres trabajando en el campo como Alice Havers y Eloísa Garnelo, o durante su jornada laboral en la ciudad, como Las lavanderas de Marie Petiet.

Cuando las propias artistas luchan por su inserción en el sistema artístico, su repertorio abarca desde las mujeres en el papel de amas de casa de Lluïsa Vidal y las cuidadoras de enfermos de Henriette Browne, hasta otras escenas en las que ellas desempeñan oficios diversos, como las pescadoras de Victoria Malinowska. En la ciudad moderna las mujeres reclaman sus espacios, también como consumidoras en los grandes almacenes, como refleja Elizabeth Sparhawk-Jones.

Las lavanderas de Marie Petiet.

las pescadoras de Victoria Malinowska.


Mujeres de compras de Elizabeth Sparhawk-Jones.


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   La maternidad es uno de los temas más antiguos de la historia del arte. En el siglo XIX, surge el arquetipo de la mujer como “ángel del hogar” para frenar su emancipación, tema al que se oponen pintoras y escultoras de diferentes generaciones, estados civiles y estilos artísticos, innovando e invirtiendo los viejos modelos.

Frente a la mistificación de la maternidad y la abnegación de la madre ante el hijo varón, las pintoras Mary Cassatt, Elizabeth Nourse, Paula Modersohn-Becker y Tamara de Lempicka crean nuevas iconografías que muestran con ternura la dependencia absoluta del bebé. Pero también los tediosos cuidados, las cargas domésticas, en definitiva, la dureza anímica y material de la crianza son reflejados por Suzanne Valadon, las finlandesas Helene Schjerfbeck y Elin Danielson-Gambogi, la danesa Anna Ancher y la sevillana María Luisa Puiggener.

Incluso aparece la madre como una protectora animal, conectada con la madre tierra, como la representa Käthe Kollwitz en su espléndida escultura Madre con dos niños

Mary Cassatt

Elizabeth Nourse

Modersohn-Becker

Madre de dos niños de Käthe Kollwitz

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   Las impresionistas Berthe Morisot, Marie Bracquemond, Louise Breslau y Cecilia Beaux crean nuevas iconografías de la complicidad, la confianza y la amistad entre mujeres, expresada en clave melancólica por la escultora simbolista Marie Cazin. 

   Un mundo privado al margen de la mirada masculina en el que germina el anhelo de libertad.

Berthe Morisot


Marie Bracquemond

Louise Breslau

Cecilia Beaux

Marie Cazin.

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    En el siglo XX, al hilo del logro sucesivo del sufragio femenino en los países occidentales, las artistas vanguardistas tejen redes y siguen mostrando la sororidad con nuevos lenguajes artísticos. En el palco de Helene Funke, con guiño a Mary Cassatt, confirma la consciencia de una tradición artística femenina, que continúa mostrando la sororidad en versiones de Jacqueline Marval, Camille Claudel, Marie Laurencin, María Blanchard y Natalia Goncharova.

   Las modernas Sonia Delaunay y Alice Bailly, entre otras, proponen a través de la pintura-tejido-moda una nueva concepción del arte y su inserción en la vida cotidiana.

   Y escenas populares, como las Verbenas de Maruja Mallo, reflejan la alegría de las ciudadanas tras la conquista del espacio público.

Camille Claudel

María Blanchard

Maruja Mallo


Fuente: Exposición MAESTRAS


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