sábado, 7 de octubre de 2017

EL PEZ QUE NO QUERÍA IR AL COLEGIO



   El burro Orejas, después de unos laboriosos años de trabajo, gozaba de un buen merecido descanso.
Pero tan acostumbrado estaba a trabajar que no podía estar sin hacer nada.

   
Paseando un día a la orilla del río tuvo una brillante idea:

    -Eso es, cada día vendré al río a pescar y así me distraeré.

   Y desde entonces, sentado cerca del camino a la orilla  del río, el burro Orejas lanzaba el anzuelo al río con un gusano y esperaba a que los peces picaran.

   ¡Qué emoción al sentir el tirón dado por el pez y luego la anhelada espera de tirar del hilo hasta ver el pez agitándose al extremo del anzuelo!

   Pero lo que era ocasión de alegría para el burro, lo era de tristeza para los peces que vivían en el río
.
   Al ver cómo él burro Orejas iba capturándolos, se reunieron todos para encontrar el modo de librarse de él .

   Después de mucho cavilar decidieron poner en el lugar donde siempre pescaba el burro Orejas, un letrero con la inscripción con letras bien grandes:

«¡Atención! ¡Peligro! ¡Aquí pesca Orejas! No comáis ningún gusano.»

   Desde aquel día, cualquier pececito que se acercaba, leía el cartel y se marchaba por donde había venido. 



   Orejas no comprendía por qué no cogía ya ningún pez. Y se rascaba, pensativo la cabeza pensando en el extraño misterio.



   El pececito Tris, al salir del colegio, solía dar grandes paseos por todos los recovecos del río. "Esto sí es divertido y no tener que estar escuchando y aprendiendo en el cole".

   Un día en una de sus correrías llegó al lugar donde los peces habían puesto el gran letrero.



Tris lo vio - "¿Por qué habrán puesto aquí esto? ¿qué dirán esos dibujitos? parecen las letras que quieren que aprenda en el cole" - En este momento su atención se vio atraída por un delicioso gusano que se columpiaba en el agua.

   -¡Bocado exquisito - pensó Tris.

   Y  ya abría su boca para tragárselo cuando, de pronto, ¡zas! Orejas se había quedado dormido por el aburrimiento de no pescar ningún pez y se cayó al agua. Mal lo pasó. Pero pudo ver el letrero de peligro que los peces habían puesto. Y cómo era viejo y le resultaba difícil salir del agua porque los huesos le pesaban mucho, los peces, compadecidos de él. le ayudaron a salir.

   El burro Orejas les prometió que nunca más iría a pescar. Y los peces le pidieron que se acercara a la orilla, y él y ellos hablarían contándose cosas e historias.


   Tris recibió un soberano susto al ver lo cerca que estuvo de morir pescado por no saber leer y ya siempre escuchaba y atendía en el colegio. Y ¿Sabéis?, llegó a comprender que ir a clase era tan emocionante como pasear a lo ancho y largo del río.

(Cuento tradicional sudamericano)

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