sábado, 23 de julio de 2016

CONVERTIR EL AULA EN UN LUGAR AL QUE QUERER REGRESAR CADA DÍA

   Llevo tiempo dándole vueltas a la idea de incluir en el blog una página en la que recordar historias, vivencias, anécdotas,... que sin necesidad de llevar orden cronológico queden rescatadas del olvido y esa "nube virtual" que me cuesta entender a veces, quizás me las devuelva en el futuro y me haga revivir y recordar esos buenos momentos que la carrera docente me va dejando. Si duda también los hay malos... pero son menos y son: "otra historia".

 
Colegio público de Mazuecos (Guadalajara)
 Hoy, tras encontrar un puñadito de fotos hace unos días que creía perdidas, me gustaría recordar aquel lejano curso 1994-1995. Mi primer destino definitivo: Mazuecos en Guadalajara, a unos 66 km de la capital. A alguien le puede parecer lejos para ir y venir todos los días y por una carretera provincial pero a mi me pareció genial cuando me lo adjudicaron porque ir y venir todos los días aunque cansado, me permitía seguir viviendo en mi casa y dado que mis dos hijos mayores eran muy pequeños en aquel tiempo esto me facilitaba la vida (Bueno no sé si a eso se le puede llamar "facilitar", pero entonces, así me lo parecía.)

   Mi plaza era de Educación Infantil, por supuesto, y allí conocí a Marisol y a Henar, magníficas compañeras. Mientras ellas se repartían el alumnado de primaria yo tenía a todo el de infantil que eran en total 8 niños y niñas. Yo ya había estado en escuelas pequeñas anteriormente en otros pueblos de la provincia.

   Recuerdo perfectamente el día que llegué y como Marisol, como directora me llevó a la que sería mi clase. Antes de introducir la llave en la cerradura me miró y me dijo: "Bueno... no te asustes, esto el año pasado fue un desastre". 

   No quise saber lo que había pasado el año anterior, no voy a relatar lo que me pude imaginar, sólo sé que el ánimo se me cayó de sopetón al suelo al ver lo que había allí.

   Lo primero que pensé y así se lo dije es que tenía que sacar muchos muebles y cosas de allí para poder organizar un espacio digno para poder realizar la tarea educativa. me indicaron un almacén donde podía dejar lo que me sobrara y al día siguiente me puse manos a la obra. Tenía que estar acogedor antes de que llegaran los niños.

 
 El lugar era amplio, tenía mucha luz, ahora había que transformarlo en un lugar también estético y ordenado donde cada elemento tuviera su razón de ser en el desarrollo del niño. Eso yo lo intentaba cada vez que llegaba a un sitio, Siempre me gustaron las ideas de María Montessori. Recuerdo que mi primer curso de formación tras acabar la carrera fue sobre su metodología. Luego vendrían muchos y muchos más...

   Debía procurar que los materiales estuvieran a la altura de los niños y dividir el aula en diferentes rincones de trabajo que estuvieran convenientemente separados unos de otros para que los niños se pudieran mover con total libertad. El ambiente promueve la independencia del niño y la niña en la exploración y el proceso de aprendizaje. La libertad y la autodisciplina hacen posible que cada niño encuentre actividades que dan respuesta a sus necesidades evolutivas. 

   Los niños pueden trabajar en grupos o individualmente, respetando, de este modo, su propio estilo y ritmo. Cada niño utiliza el material que elige tomándolo de la estantería y devolviéndolo a su lugar para que pueda ser usado por otros.

   
Mural del otoño a la entrada del aula

   ¡Ojalá hubiera hecho miles de fotos! Pero hace 22 años sólo tenía una pequeña cámara y no se hacían tantas fotos en el cole como ahora.

   El mueble de la biblioteca me sirvió para hacer una pequeña entrada en la clase y que desde la puerta no se vieran todos los espacios, dándonos así mayor intimidad. De esta manera lo primero que se veía al entrar era el mural que hubiéramos hecho en ese momento y las plantas que sobre él estaban (Cada niño trajo una planta al aula para cuidarlas durante el curso).

   Un enorme retal que compré por muy poco dinero sirvió para dar un poco de calidez a los espacios gracias a mi madre y su buen hacer como costurera surgieron cortinas largas, cortinas cortas, faldas de camilla para la casita y cuatro cojines con volantes que se ataban a las sillitas con enormes lazos y que es una pena que no salgan en ninguna foto...
El presupuesto no daba para mucho y las bandejas del pollo, bien lavadas,
eran  estupendas para materiales

   Los rincones comenzaron a tomar forma y en poco tiempo los niños y niñas comenzaron a sentirse cómodos y seguros en el espacio.

   Les dije a mis compañeras que en infantil no tendríamos ningún método elaborado por ninguna editorial y que sería yo la que me encargaría de prepara los trabajos para mis alumnos. Las actividades a realizar en los diferentes rincones iban variando y los diferentes niños según su edad las realizaban de forma autónoma y desarrollando cada uno sus capacidades a su ritmo y con libertad. De esta forma se hacían más responsables.

   Cada día al entrar realizábamos una asamblea en la que nos saludábamos, realizábamos las rutinas normales de este momento y organizábamos la jornada.

   Me hace gracia ver como la casita del cole y las casitas para los que se quedaban en casa de diferentes colores, tamaños y capacidad para repasar esos conceptos estaban ya presentes en mi aula aunque "más rudimentarias" que ahora.




Los cojines del rincón de cuentos también servían a alguno
para alguna siestecilla.
«El niño, con su enorme potencial físico e intelectual, es un milagro frente a nosotros. Este hecho debe ser transmitido a todos los padres, educadores y personas interesadas en niños, porque la educación desde el comienzo de la vida podría cambiar verdaderamente el presente y futuro de la sociedad. Tenemos que tener claro, eso sí, que el desarrollo del potencial humano no está determinado por nosotros. Solo podemos servir al desarrollo del niño, pues este se realiza en un espacio en el que hay leyes que rigen el funcionamiento de cada ser humano y cada desarrollo tiene que estar en armonía con todo el mundo que nos rodea y con todo el universo». Maria Montessori

   Esta última foto resulta bastante especial para mi. En aquel año 94 yo no conocía quién era el profesor Fernández Bravo, al que conocería años más tarde y del que tanto he aprendido, con el que haría muchos cursos a los que finalmente añadiría el "Experto Universitario en metodología y didáctica de la matemática en educación Infantil" en la Universidad Camilo José Cela, durante el curso 2008-2009.

   Aún no le conocía y yo, lo he descubierto quizás ahora, ya sabía lo importante que es plantear a los niños desafíos y retos que les lleven a querer saber y aprender. Yo le dediqué a esto un rincón especial.

Rincón de desafíos ¿Quieres intentarlo?


     En mi escuela de Mazuecos puse en práctica algo que desde siempre me he planteado: "Que los niños se vayan y regresen al cole felices cada día" y por supuesto, que yo también lo sienta así.

   No quiero dejar nunca de fascinar al que aprende.







Excursión al zoo de Madrid. Primavera 1995
Con las compañeras del cole en el Zoo



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