sábado, 16 de julio de 2016

ELSA SONRÍE EN NEPAL

  
   Cuando Mayte me contó por correo electrónico que por fin había decidido integrar en su blog el apartado “De una mano amiga…” y me propuso ser la primera en escribir, me sentí muy especial. Apenas unos minutos después de aceptar sentí  la responsabilidad que suponía estar a la altura no solo de la calidad que tiene este blog, sino de que las palabras que aquí vas a leer te enriquezcan y te hagan plantearte alguna cuestión importante sobre cómo vivimos la educación.

   Si eres papá o mamá de uno de los pequeños tucanes, esos niños y niñas con los que he tenido el placer de compartir algunos días de este curso escolar, ya sabrás quien soy y sobre qué te voy a hablar. Para ti, que llegas aquí por primera vez o aún no me conoces, decirte que soy una maestra que está convencida de que educar personas es la forma más maravillosa (y eficaz) de cambiar el mundo.

   Hace unos días leí una cita que atribuyen a Martin Luther King: “si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol”. Me quedé pensativa debatiendo conmigo misma sobre la posibilidad de supervivencia de la plantita, si yo también lo haría, si es algo que comparten muchas personas… Y llegué a la conclusión de que así somos todos los que creemos en la utopía de generalizar una educación respetuosa, amable con las personas y con el medio ambiente, consciente de las necesidades de los niños y niñas, adaptada al contexto y situación de cada persona y país, adecuada a las etapas madurativas del alumnado, y un largo etcétera que me llevaría algo más de un párrafo escribir.


   He tenido la suerte de coincidir con algunas de esas personas a lo largo de mi vida, y espero poder conocer a muchas más. Entre ellas se encuentran las que forman NEPAL SONRIE, la organización con la que estoy desarrollando un proyecto educativo en Nepal. Como podéis ver en su página web son un grupo de personas que trabajan por un lado la visibilidad y mejora de condiciones de vida de niños, niñas y adolescentes con discapacidad y/o en situación de riesgo social; y por otro, el desarrollo de las familias más desfavorecidas de un entorno rural del sur de Nepal facilitando su acceso al mundo laboral mediante la construcción de una escuela infantil (0-6 años) en la que se asegura que esos niños y niñas tengan educación, higiene y tres comidas al día.


   Ésta es ahora la escuela en la que trabajo… Llegué hace seis semanas, con la cabeza llena de ideas e ilusiones, el alma dispuesta a vivir cada instante como algo único, y todo el conocimiento que pude acumular en los meses previos al viaje. A mi lado, y desde la distancia, un gran equipo de profesionales que apoyan cada uno de mis pasos (Mar, Laura, Claudia) y un ángel de la guarda a modo de coordinadora que me recibió al llegar y ha sido mi gran apoyo en esta parte del planeta ¡Gracias, Ana! 





   Cada mañana me levanto a las cinco, para dedicarme a mí misma un par de horas antes de llegar a la escuela. Habitualmente salgo a correr por parajes paradisíacos, y hago una sesión de yoga en el porche de la casa donde vivo (con otras tres voluntarias y una familia nepalí). Cuando el tiempo es desfavorable, a veces hago pereza en la cama, o hago la colada, o me pongo a preparar cosas para la escuela. Tras una ducha rápida con agua fría (porque en la mayor parte de las viviendas no hay agua caliente) voy a la escuela, donde Nirmala (la cocinera) nos tiene preparado el desayuno a las siete y media de la mañana. Empezamos con la formación de Sadhana, Ritu y Laxmi (las profes y la auxiliar de limpieza) y las clases de inglés de Nirmala. Los niños y niñas llegan a las nueve y media y se van a casa a las tres. En ese período de tiempo tienen desayuno, snack y comida además de varias actividades educativas. Cuando los niños y niñas se marchan a casa, las maestras, junto con alguna de las voluntarias o conmigo, realizan una evaluación de cómo ha ido el día, que solemos compartir en un grupo creado a tal efecto. Al volver a casa suelo estar agotada, aunque casi siempre tengo algún material que realizar o documentos que escribir, y dedico un rato a leer o a escribir, y a chatear con mis amigos y familia. Ceno sobre las ocho en la terraza que hay encima de la casa, junto con la familia que nos hace de anfitriona, y casi nunca veo marcar las nueve antes de acostarme J





    Sin embargo, un simple horario poco te puede decir de lo que aquí se vive a diario. Entre mis objetivos, uno de los más importantes era conseguir trasmitirle a las maestras esa visión del niño y la niña que comparte el equipo de Nepal Sonríe; que entendiesen que los niños y niñas son personas capaces, que tienen sus propios ritmos y sus propios gustos, que pueden hacer muchas cosas por sí mismos aunque sean pequeños, que merecen todo nuestro respeto y merecen también que les acompañemos desde el cariño, la aceptación y la comprensión. Uno de mis grandes miedos era si iba a ser capaz de comunicarme con las maestras y las trabajadoras, ya que su inglés era escaso. ¡¡Pero fue posible!! Tras la primera sesión, un montón de lágrimas brotaron de mis ojos… creo que era toda la emoción contenida durante los días previos al comienzo del proyecto. No podía creer que realmente estuviera sucediendo, que el aprendizaje se estaba haciendo realidad, y que esta aventura podría dar frutos (aunque todo lo que va a florecer solo se verá con el tiempo). Esas dos primeras semanas reflexioné mucho sobre todas las cosas que se nos hacen necesarias en la formación de adultos. Desde aulas perfectamente acondicionadas, hasta tecnología de última generación, pasando por un surtido abanico de “conjuntos” elegidos para la ocasión y numerosos artículos de papelería de todas las formas y colores. Y sin embargo, una vez más, compruebo cómo, para que se dé el proceso de enseñanza-aprendizaje, solo es necesario una persona que quiera aprender y otra que esté dispuesta a guiarle en su camino.



    Con las maestras de la escuela hemos ido hablando del papel del maestro en el aula, de cuáles son las características que debe poseer una maestra, qué necesitan los niños y niñas para crecer felices, y un largo etcétera. Están empezando a programar las semanas, y dejan ya a los niños y niñas elegir sus juguetes para jugar, y colocar ellos mismos lo que van utilizando en el aula. En su presencia en el aula se notan los avances, en su forma de relacionarse con los pequeños se deja entrever lo que estamos trabajando cada día, en su motivación encuentro la mía para seguir esforzándome en encender una pequeña llama que será alimentada por otros voluntarios y voluntarias que irán llegando, y que espero siga luciendo eternamente en esta escuela. 


   
   Gracias al trabajo de las voluntarias que se han ido incorporando, hemos empezado también a poner en marcha el aprendizaje por proyectos, sesiones de psicomotricidad y de música… ¡no te puedes imaginar lo que es vivir una sesión de estas en una escuelita de Nepal!








 Todo es nuevo para cada una de las personas que asisten… para las maestras, para las trabajadoras de la escuela, para los niños y niñas… se crea un entorno mágico.



   En mis dos años de excedencia de la enseñanza pública he tenido la oportunidad de vivir muchas experiencias enriquecedoras, y de todas ellas he aprendido mucho… Aquí, estoy aprendiendo a confiar y delegar en los demás, a ser ecuánime ante los imprevistos, a mantener mi atención en lo que me ocupa y evitar mirar las ocupaciones de los demás, a ser flexible, a dejar de controlar tiempos y espacios, a trabajar cuando hay luz y tumbarme a leer cuando se hace imposible trabajar, a mirar cada día de forma diferente, a ver más allá de lo que los demás aprecian, a hablar sin palabras, a emocionarme con solo una mirada… Creo que el aprendizaje que me llevo es infinitamente superior al que yo estoy intentando trasmitir. 

   Si tú que me lees, te planteas en algún momento realizar un voluntariado, o si siempre has buscado una organización con la que colaborar pero no confiabas plenamente en ninguna, entra en la página de NEPAL SONRIE, y encontrarás lo que buscas, porque ellos, simplemente, ¡te enamoran!

   Quiero aprovechar para dar las gracias a mis amigos y familia por apoyar todas mis locuras;  a todos los profesionales que sacaron un ratito para ayudarme con la preparación del proyecto: Bea, Sonia, Mayte, Carmen, Lucía, Virginia de Reparando Alas Rotas, Jorge y María de Zen Fuentes, Carmen de Padres ayudando a padres; y especialmente a los niños y niñas del CEIP Virgen de la Paz de Alovera, y de las clases de 4 años del CEIP Virgen de la Granja de Yunquera de Henares, porque vuestros donativos están haciendo realidad este sueño.



¡Feliz verano!
 Espero tener la oportunidad de compartir esta aventura a mi vuelta en directo J


Mª Elsa González Pérez
Maestra y psicopedagoga

Gracias, Elsa por comenzar este apartado de mi blog, que me hacía tanta ilusión, de esta forma tan bonita y con esta magnífica experiencia. 
Un fuerte abrazo.

1 comentario:

  1. ¡Gracias a tí Mayte por la invitación! Y por la maquetación... se ve todo tan bonito... Una vez más, mil gracias por abrirme este año la puerta de tu clase y de todas las clases de tu cole. Y por estar a mi lado en todo esto, desde la distancia. ¡Un fuerte abrazo!

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