A principios de verano, leyendo el extraordinario relato que nos acerca a la vida de su padre: El olvido que seremos, Héctor Abad Faciolince recuerda unas palabras escritas por este en Cartas desde Asía.
Decía que los verdaderos maestros sólo llegaban a ser tales al cabo de muchos años de madurez y meditación, que el mero conocimiento no es sabiduría y la sabiduría sola, tampoco basta. Son necesarios el conocimiento, la sabiduría y la bondad para enseñar a otros hombres.
¡Qué gran verdad y cómo la comparto al afrontar este mi último curso de trabajo docente!
Sentimientos encontrados me hacen sentir segura y confiada en el trabajo a realizar, con las herramientas suficientes después de tantas y tantas horas de formación, de tantas y tantas experiencias en el aula o vividas junto a compañeras y buenas amigas que cerca o lejos hemos crecido y caminado juntas... ¡Queda ya lejos aquella joven maestra insegura en tantas ocasiones! o quizás, no tanto...
Sin embargo ¡Me queda tanto por aprender! ¡Qué maravillosa profesión en la que cada día es un reto, en la que aprendes siempre algo nuevo, en la que tu mente no puede hacer otra cosa que estar activa porque cada día te enfrentas a un montón de pares de ojos que lo esperan todo de ti.
Quiero, como digo siempre, ser feliz en el aula hasta el último momento y hacerme a un lado para dejar paso a maestras preparadas y con gran ilusión que vienen con fuerza y corazones llenos de amor a la infancia cuando me llegue el momento, quiero disfrutar lo que me queda con intensidad ¡Queda un curso por delante!
Y al sentarme hoy a escribir estos sentimientos tengo más presente que nunca a Paulo Freire, y sus palabras en Cartas a quien pretende enseñar que decía:
"El maestro es, necesariamente, militante político. Su tarea exige un compromiso y una actitud en contra de las injusticias sociales. Luchar contra el mundo que los más capaces organizan a su conveniencia y donde los menos capaces apenas sobreviven. Donde las injustas estructuras de una sociedad perversa empujan a los expulsados de la vida. El maestro debe caminar con una legítima rabia, con una justa ira, con una indignación necesaria, buscando transformaciones sociales."
Porque niñas y niños van al colegio a aprender a estar en esto que es la vida y eso conlleva además de conocimientos, vivencias emocionales muy importantes, para crear un mundo de colaboración, de respeto por los seres vivos, de justicia social, de paz, de creencia de que la vida debe ser un lugar donde buscar que cada cual tenga lo necesario para vivir y no sólo un lugar donde unos pocos se desvivan por tener cosas superfluas.
El verano tristemente nos ha mostrado acontecimientos que hacen importante no olvidar que es en la EDUCACIÓN y con ella como se conseguirá un mundo mejor.
La escuela debe remover el alma y la curiosidad, crear el interés por investigar, sembrar muy dentro que sólo desde el conocimiento seremos más libres. La escuela debe dejar la certeza de que allí no están las certezas, debe enseñar a dudar en muchos aspectos y mostrar caminos, no metas.
Me digo que seguramente esta pandemia es lo que tenía que vivir... para nunca dar por sentado nada, para hacer todavía más necesaria la idea de reinventarse, para renovar las ganas de hacer llegar al aula la ilusión de la manera que sea. El curso pasado se aventuraba difícil ¡Y... cómo lo superamos! este no va a ser menos.
¡Allá vamos! Tucanes revolotean ya deseando posarse a escuchar, a sentir, a compartir, a aprender, a vivir este momento único.
¡FELIZ CURSO 2020 - 2021!
"Si no puedes tener empatía y tener
relaciones personales efectivas, no importa lo inteligente que seas, no vas a
llegar muy lejos."
Daniel
Goleman.
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