lunes, 24 de julio de 2017

UN INVIERNO QUE SE AVENTURABA DIFÍCIL Y TERMINÓ SIENDO TODA UNA EXPERIENCIA.

   Aquel curso de 1990-1991, ya un poco lejano en el tiempo, lo inicié de baja por maternidad. El 24 de Julio había nacido mi primer hijo: Jorge.

   Acudí al Acto público para la adjudicación de plazas de interinos para ese curso en el mes de Septiembre, tras haber ido en varias ocasiones a la Delegación Provincial porque en la lista figuraba con menos puntos de los que me correspondían en realidad y aún no lo habían solucionado...

   Con la puntuación que me correspondía tener yo hubiera podido elegir Torija, un pueblo cercano al que podía ir y venir en el día y que me hubiera facilitado mucho la vida teniendo en cuenta que mi hijo acababa de nacer pero no pude y los responsables del acto me dijeron que no me quedara sin elegir, que eligiera destino y que durante el tiempo de baja de maternidad que me quedaba me lo arreglarían. Así lo hice: Peñalén fue el elegido cuando ya todos los destinos que quedaban eran muy lejos de la capital.

   Peñalén es un precioso y pintoresco pueblo situado en el Alto Tajo.



   De este modo empezó el curso y yo al ver que el tiempo apremiaba me fuí a Madrid al negociado de interinos del Ministerio de Educación, donde solucionaron mi problema de puntuación en esa misma mañana.

   Satisfecha, pero bastante disgustada a la vez de haber confiado durante semanas en que en la Delegación de Guadalajara lo solucionaría me dirigí a la misma y entregué al jefe de personal el documento que acreditaba mi puntuación correcta, rogándole que cuanto antes solucionaran el tema de mi destino para poder organizar mi vida familiar.

   "No te preocupes" fueron sus palabras "Encontraremos una sustitución en este tiempo que pueda compensar el error cometido."

   NO LO HICIERON y en el mes de Octubre me comunicaron que debía incorporarme a mi puesto en Peñalén al finalizar mi baja maternal. Renunciar podía significar en esos tiempos de trabajo interino e inseguro no volver a trabajar y me fui.


   El pueblo era precioso y su gente entrañable y acogedora. La escuela unitaria con pocos alumnos y alumnas, un lugar estupendo donde ejercer la docencia y donde se me recibió con gran cariño.

   Allí me enfrenté a mi primera estufa de leña que había que encender cada mañana con piñas y que los niños y niñas lo hacían mejor que yo. También me encontré que el curso no había empezado para ellos cuando llegué que todo había tenido un carácter "provisional". Decoramos la clase entre todos y a comenzar a ilusionarnos por lo que ibamos a aprender ese curso.

   Y yo TODOS los días al salir por la mañana del cole iba a la camina del pueblo para llamar por teléfono al jefe de personal como así le prometí el último día que le vi en la Delegación: "No voy a dejar que se olvide de que estoy aquí".

   - "Buenos días, por favor me pone con el jefe de personal.... ¡Hola, Buenos días soy... Estoy en Peñalén y no tendría que estar aquí... sólo llamo para que no se le olvide."

   Tengo que decir que  a pesar de ser tan pesada, siempre me contestó con amabilidad y comprensión. También podía no haber sido así, ahora lo pienso y desde aquí siempre se lo agradeceré.

   Y empezaron las nevadas...


   Las impresionantes nevadas...

Mi fiel Renault 5 que nos llevaba a Jorge y a mi por esas carreteras heladas

 
   Y pasó la Navidad y continuaron las nevadas y así iba todos los días al cole y subía esas empinadas escaleras heladas entre algunos peligrosos resbalones... y encendíamos la estufa y aprendíamos en un ambiente de afecto y de calma.

   La verdad es que me sentía cómoda y feliz, el único problema: la separación familiar.

   Pero la gente de Peñalén me hizo sentir como en casa y Juan Pablo el sacerdote se convirtió en un amigo.

   ¡Esas tardes aprendiendo a tejer mimbre!





   Mi hijo Jorge se criaba sano y fuerte.

   Y a finales de Febrero me llamaron de Personal: "Tienes una vacante hasta final de curso en el colegio de san José en la capital".

   Me marché, me costó llorar pero aunque por unos momentos dudé intenté pensar en mi familia lo primero, en que no era justo que Jorge no estuviera durante la semana con su padre.

   Y Peñalén, una experiencia de poco tiempo, se quedó en mi corazón para siempre.

   En el verano de 2015 volví por allí. la escuela lleva vacía muchos años, ya no estudia nadie allí... como en tantos pueblos de la provincia. Sin embargo el pueblo está precioso y con magníficas casa de gente que no vive allí pero van de vacaciones.



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